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Sobre nuestro Programa (VII y última)


Un Programa de transformaciones profundas no puede ser solamente una simple enumeración de objetivos. Debe proponer un camino coherente hacia ellos, debe permitir la evaluación en ese marco cada paso concreto y debe ayudarnos a identificar cuáles son las tareas principales para cada momento.

El orden lógico de nuestro Programa sugiere empezar por medidas de fondo en el plano económico y financiero, por cambios en la política impositiva, en la mirada sobre la tierra y sobre el agua y por el impulso de una industrialización sustentable. Del Programa se desprenden propuestas movilizadoras, tareas legislativas, propuestas culturales y enfoques diferentes de administración pública.

El Programa también nos permite comparar las diferencias entre la realidad de hoy y el futuro al que aspiramos. En ese sentido, cada paso concreto que vamos dando vale por sí mismo, pero vale también en cuanto sea un avance hacia el futuro necesario, o en cuanto haga crecer la conciencia y la organización del pueblo.

La emancipación por la que luchamos exige cortar el servilismo hacia el pensamiento oficial, pensamiento único impuesto por los amos del Banco Mundial. Esa dependencia absoluta la sufre la Educación Pública en todos sus niveles y frena nuestra potencialidad de desarrollo tecnológico soberano.

Desde el origen de la Humanidad, ninguna sociedad sobrevive si los adultos no transfieren a las nuevas generaciones las experiencias acumuladas, los valores, los saberes y, las destrezas adquiridas. Y ningún sistema de opresión sobrevive si no logra imponer una forma de pensar (y de no pensar) en el pueblo sometido.

La Educación, la Ciencia y la Tecnología no son terrenos neutrales. En Educación, la propuesta no dicha del Gobierno es que los hijos de los trabajadores se familiaricen con el uso mecánico, irreflexivo, de una tecnología que los moldea en la idea de que no hay otro mundo posible y que permite su control mental vía satélite. El plan dictado por el Banco Mundial adiestra sin permitir razonamientos, sin despertar inquietudes que permitan a los usuarios mirar críticamente el mundo que los rodea.

El adiestramiento sin crítica comienza por la Formación Docente. En cuanto a la formación universitaria en “ciencias duras”, los postgrados así como la oferta de becas para la investigación e innovación tecnológica, se orientan y se financian tan sólo hacia lo que es útil a las trasnacionales que nos saquean.

El Programa de la UP analiza esta realidad en el plano de la Educación, la Investigación y el desarrollo. Como en el plano más general del cambio social, en este terreno el Programa va a la raíz del problema: sustituir la ideología del sometimiento y la resignación, por el pensamiento crítico y por la defensa de los intereses del pueblo trabajador. Al mismo tiempo enumera una serie de medidas que pueden convertirse en conquistas parciales, en logros que vayan resquebrajando el perverso plan oficial.

Las acciones concretas que el Programa UP propone no surgen de un grupo iluminado de teóricos, sino que se organizan en la confluencia de dos corrientes. Por un lado reflejan las propuestas de académicos críticos, profesionales conscientes, docentes organizados, estudiantes, organizaciones sociales y de derechos humanos, pueblo organizado que va construyendo su plataforma de lucha en torno a los anhelos sectoriales y populares. Por otro, refleja el Programa de la UP, que no es más que la organización de esos mismos objetivos populares estructurados en el marco del Cambio Social y político necesario para su concreción.

Pero en síntesis, en este terreno como en los otros analizados anteriormente, el mejor Programa no es nada hasta que se transforma en pueblo que anda.

(*) Maestro e historiador, candidato a la Presidencia de la República por Unidad Popular.

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