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Analizando nuestro Programa (IV)


El sexto punto del Programa de la Unidad Popular se dedica a examinar la situación agraria y a proponer los cambios fundamentales en la propiedad y el uso de este recurso fundamental. Se mira, por supuesto, desde la óptica del pueblo trabajador, desde una postura antagónica al reclamo de más eficiencia que hacen los neoliberales. Este punto 6 del Programa, muy extenso, se ocupa del régimen de propiedad, de la productividad y del manejo sustentable de la tierra.

Desde los tiempos de Artigas la posesión de la tierra ha sido una divisoria de aguas entre los proyectos populares y los proyectos oligárquicos. Aquella lucha agraria por el derecho de los desposeídos, que se dio en el marco de un proceso emancipador, sigue iluminándonos.

En los años sesenta, la izquierda colocaba el tema de la Reforma Agraria como el primer o segundo punto de un Programa de Liberación Nacional. Hoy el tema tiene aún mayor relevancia, pero si no enfrentamos previamente la maraña financiera que nos oprime y el vampirismo de las trasnacionales y la banca privada, si no cambiamos la política impositiva y obtenemos recursos propios, entonces consignas como “tierra para quien la trabaje” son sólo demagogia. Por eso los artículos del 1 al 5 del Programa plantean las grandes tareas de soberanía estatal y recursos propios, que posibilitan una política agraria al servicio del pueblo, en la mejor tradición artiguista.

Nuestro Programa tiene así un orden lógico, pero el proceso real de los acontecimientos puede alterarlo. La capacidad creativa de un pueblo organizado siempre sorprende. En ese sentido el Programa no es dogma sino guía para la acción y en cada coyuntura es la enumeración clara de lo que todavía falta por hacer.

Ahorro aquí los detalles del certero diagnóstico que aparecen en el punto 6. Extranjerización y concentración de la tierra a niveles nunca vistos, expansión de monocultivos y agrotóxicos, contaminación del agua y privatización de su gestión, destrucción de la pequeña y mediana producción agrícola, disminución alarmante del área destinada a producción de alimentos, incluyendo apicultura y lechería a pequeña escala. Baste decir que muchos latifundios forestales poseen una extensión hasta diez veces mayor que aquellos latifundios ganaderos emblemáticos que la izquierda planteaba expropiar en los años 60. Estamos hablando de cientos de miles de hectáreas en cada uno de estos emprendimientos extranjeros que además arriendan tierras de terceros para expandir el cáncer del monocultivo.

Nuestro Programa plantea la expropiación de aquellos latifundios mayores a 2000 hectáreas de tierras con fertilidad media y alta. Sin embargo hay todo un camino de cambios que puede avanzarse aún en una correlación de fuerzas que todavía dificulte estas expropiaciones.

Desde luego, este camino de medidas inmediatas no se recorrerá para renunciar a la expropiación sino para impulsar la confianza en el pueblo de que los cambios son posibles. Las medidas inmediatas son para acelerar los cambios de fondo en el marco de una movilización popular que recupere la esperanza y que vaya comprendiendo que no se puede solucionar la pobreza sin meterse con la riqueza.

El freno a la extranjerización de la tierra, el uso social, productivo y sustentable de las tierras ociosas del Estado, el cumplimiento de los cometidos que la Ley le asigna al Instituto Nacional de Colonización, la implementación de un banco de semillas nativas, el estímulo a la producción orgánica y la creación de un frigorífico estatal que impida la especulación en los precios, el decretar precios mínimos de sostén para garantizar la soberanía alimentaria, todo eso puede darse en un Estado que, en lugar de ser sembrador sólo de marihuana y ejecutor de los productores empobrecidos y endeudados, planifique el impulso a un desarrollo nacional socialmente solidario y ambientalmente sustentable.

La lucha por la tierra tiene múltiples frentes: desde enfrentar a UPM II hasta cambiar la Educación Rural y Agraria y prever las condiciones de usufructo para los futuros donatarios, a los que se impulsará a la cooperación mutua, y cambiar sustancialmente las condiciones de vida, organización y trabajo de los asalariados rurales

Para todo esto, por más moderado que parezca, se necesita soberanía nacional y se necesitan recursos propios del Estado. Por eso la tierra es el punto 6, y aparece después de proclamar la ruptura de la opresión financiera (puntos 1 al 4) y después de proponer cambios en la política impositiva (punto 5) de tal forma “que los más infelices sean los más privilegiados”.

Hay mucho talento colectivo en la elaboración de nuestro Programa y en él se atesora la sabiduría acumulada del pueblo trabajador. No arriaremos jamás esta bandera de esperanza.

(*) Maestro e historiador, candidato a la Presidencia de la República por Unidad Popular.

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