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La batalla de abril


El estratega alemán Von Clausewitz dijo que la guerra es la continuación de la política. Pero si examinamos las civilizaciones de la antigüedad basadas en la esclavitud y la conquista, la guerra fue lo primero, lo que decidió victorias o equilibrios; y después la política se ocupó de negociar los detalles.

En esta relación entre guerra y política, algo cambió en el siglo XX. No fue, por cierto, por el discurso “civilizado” de países imperialistas que se proclamaban “democracias” y jueces de lo bueno y de lo malo, mientras saqueaban, asesinaban, imponían sus condiciones a los países sometidos o agredían a los que buscaban soberanía. No fue eso. Fue en realidad la amenaza de aniquilamiento mutuo lo que dio un nuevo impulso a la política como opción preferible para todos; y aún así, las guerras de saqueo y opresión, precedidas por campañas mediáticas falsas, junto a bloqueos y sabotajes, siguen teniendo hasta hoy una presencia terrible.

Para nuestro país, por suerte, son tiempos políticos. La legalidad que disfrutamos es injusta pero preferible a toda opresión abierta. Ella nos permite en las condiciones actuales un camino pacífico en la lucha desigual contra las cadenas que nos oprimen y contra sus guardianes gubernamentales. Pero si en la política uruguaya hay contradicciones antagónicas, si hay posturas gubernamentales y de la oposición de derecha (cada vez más parecidas) con las que no podemos permitirnos ninguna conciliación, entonces hay leyes de confrontación pacífica que se asemejan a las reglas del ajedrez, y a las reglas de la guerra. Especulemos con esas semejanzas, por suerte tan sólo teóricas

Veamos el concepto de “elección del teatro principal de operaciones”. En 1811, Artigas eligió como teatro de operaciones principal la llanura junto al arroyo de Las Piedras. Para la UP, hasta el próximo octubre, el “teatro de operaciones principal” es la desigual lucha electoral en todo el territorio nacional. La victoria electoral nos permitirá ampliar la trinchera que ya ocupamos en el seno de uno de los poderes del Estado. Desde allí, podremos apoyar con fuerza incrementada a nuestro pueblo en las duras batallas contra el saqueo a los trabajadores, a los jubilados, a nuestro pueblo todo, a la Naturaleza, podremos apoyar mejor la creciente resistencia contra el saqueo continuista que ya preparan tanto el oficialismo como la oposición reaccionaria. Con la victoria electoral ampliaremos nuestra “cabecera de playa”, hacia el triunfo final de un programa de Patria, construido para y por el pueblo trabajador.

Dentro de ese “teatro de operaciones” electoral, la batalla decisiva será en octubre. Allí ningún candidato presidencial tendrá todavía la fuerza para triunfar. No parece probable hoy que pasemos al ballotage de noviembre, pero sí tenemos la certeza de fortalecer en octubre nuestra bancada legislativa. En octubre, mucha gente, inspirada por nuestra conducta, votará la UP aunque luego hará opciones diferentes entre sí en noviembre, cuando se decida la presidencia.

En el camino que nos lleva a octubre, el enclave más importante por el que debemos pasar, es el de las elecciones internas en junio. Hacia este enclave, hacia ese primer destino, ya se intensificó nuestra “preparación artillera” (artillería del pensamiento, diría Bolívar) en giras, en mensajes orales e impresos, en barrios, en ferias, en el despliegue de consignas en muros y carteleras, en reuniones grandes o pequeñas; todo en el camino hacia junio primero, hacia octubre después.

Junio mostrará a un sector del electorado que está aún prisionero de falsas alternativas, que somos una fuerza en crecimiento que debe tenerse en cuenta. Y, para nosotros mismos, será el último ensayo de organización y nuestro único indicador en cifras acerca de dónde y cuánto crecemos más, y donde estamos más débiles de lo que suponíamos, No pudiendo pagar nuestras propias encuestas, la comparación de nuestra votación en junio con las internas anteriores, cinco años atrás, será el único indicador cuantitativo posible, la confirmación en números de lo que nos señala la realidad cada día: cómo vamos creciendo.

Pero nuestra preparación para la batalla de junio 2019 ya empezó hace cinco años, el día siguiente de aquel octubre en que festejamos nuestro primer diputado. No ha cesado desde entonces.

Y en ese marco, el próximo 27 de abril la UP tendrá su Décimo Encuentro Nacional. No será un debate tan conceptual y estratégico, como el Noveno, cuando aprobamos el Programa. Será un campamento en el camino, para ajustar sobre la marcha estilo y metas, métodos y procedimientos; para evaluar sobre la marcha las nuevas señales e indicadores, y para redoblar el paso. Cerrará con un acto multitudinario, sin duda vibrante y entusiasta.

Este cierre será un reflejo de la esperanza renacida que arrasa con todas las trabas que se nos pone desde la injusticia económica y desde la resistencia furiosa de las sombras en derrota.

*) Maestro e historiador, candidato a la Presidencia de la República por Unidad Popular.

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